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CELIBATO Y VIDA SACERDOTAL. Reunión CVS#18. Mayo 2, 2016

Los consejos evangélicos de Jesús en el Sermón de la Montaña: Obediencia, Castidad y Pobreza. COMUNIDADES DE VIDA SACERDOTAL

Los consejos evangélicos de Jesús en el Sermón de la Montaña: Obediencia, Castidad y Pobreza.

COMUNIDADES DE VIDA SACERDOTAL

COMUNIDAD 18

Bogotá, Mayo 2 de 2016

TEMA: LA VIDA CÉLIBE

 

                                                                                                              Orienta: Mons. Guillermo Melguizo

 

  1. TOMADO DE ENTRE LOS HOMBRES: Los jóvenes ante la vocación y la formación sacerdotal (La juventud que somos o la juventud de dónde venimos).

 

La exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis (1992) del Papa Juan Pablo II, cuando habla en el Capítulo Primero ( Tomado de entre los hombres) de la formación sacerdotal ante los desafíos del final del segundo milenio, y trata entre otros, el tema de los jóvenes ante la vocación y la formación sacerdotal (PDV 8) dicen:

 

“Los jóvenes sienten más que nunca el atractivo de la llamada sociedad de consumo, que los hace dependientes y prisioneros de una interpretación individualista, materialista y hedonista de la existencia humana. El “bienestar” materialísticamente entendido, tiende a imponerse como único ideal de vida, un bienestar que hay que lograr a cualquier condición y precio. De aquí el rechazo de todo aquello que sepa a sacrificio, y renuncia al esfuerzo de buscar y vivir los valores espirituales y religiosos.

 

La preocupación exclusiva del “tener” suplanta la primacía del “ser”, con las consecuencias de interpretar y vivir los valores personales e interpersonales, no según la lógica del don y de la gratuidad, sino según la de la posesión egoísta y de la instrumentalización del otro.

Esto se refleja en particular, sobre la visión de la sexualidad humana, a la que se priva de su dignidad de servicio a la comunión y a la entrega entre las personas, para quedar reducida simplemente a un bien de consumo. Así, la experiencia afectiva de muchos jóvenes no conduce a un crecimiento armonioso y gozoso de la propia personalidad que se abre al otro en el don de sí mismo, sino a una grave involución sicológica y ética, que no dejará de tener influencias graves para su porvenir” (PDV 8).

 

 

  1. 2.     EL RADICALISMO EVANGÉLICO Y LA CASTIDAD.

 

Más adelante, en el capítulo III (La vida espiritual del sacerdote), al hablar de la existencia sacerdotal y el radicalismo evangélico afirma:

“Para todos los cristianos, sin excepciones, el radicalismo evangélico es una exigencia fundamental e irrenunciable, que brota de la llamada de Cristo a seguirlo e imitarlo, en virtud de la íntima comunión de vida con Él, realizada por el Espíritu (Marcos.8, 34 y 38).

 

Esta misma exigencia se presenta a los sacerdotes, no solo porque están “en” la Iglesia, sino porque están “al frente” de Ella, al estar configurados con Cristo Cabeza y Pastor, capacitados y comprometidos para el ministerio ordenado, vivificados por la caridad pastoral” PDV.27

Después de decir que el radicalismo evangélico exige una serie de virtudes decisivas para la vida espiritual y pastoral (Fe, humildad, misericordia), dice que expresión privilegiada del radicalismo evangélico, son en los varios consejo evangélicos que Jesús propuso en el Sermón de la Montaña (Mt.5, 7): obediencia, castidad y pobreza, y que el sacerdote está llamado a vivirlos según el estilo, las finalidades y el significado original que nacen de la identidad propia del presbítero.

 

Y cuando se refiere a la castidad propiamente dicha (PDV.29) comienza citando el Concilio en LG.42: “Entre los consejos evangélicos destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a algunos por el Padre  (MT.19, 11 y 1Co.7, 7) para que se consagren solo a Dios como un corazón que en la virginidad y el celibato se mantiene más fácilmente indiviso. Esta perfecta continencia por el reino de los cielos siempre ha sido tenida en la más alta estima por la Iglesia, como señal y estímulo de  la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo.

Y continúa: en la virginidad y en el celibato, la castidad mantiene su  sentido original, a saber, el de una sexualidad humana vivida como auténtica manifestación y preciosos servicio al amor de la comunión y de la donación interpersonal.

 

  1. 3.     LA PROPOSICIÓN DEL SÍNODO DEL 90

 

Y más adelante cita la proposición No. 11 del Sínodo del 90 que dice: “Quedando en pie las disciplinas de las iglesias orientales, el Sínodo, convencido de que la castidad perfecta en el celibato sacerdotal es un carisma, recuerda a los presbíteros que ella constituye un don inestimable de Dios a la Iglesia y representa un valor profético para el mundo actual (PDV.29)

 

  1. 4.     LA MADUREZ HUMANA Y LA CASTIDAD

 

Hay en la PDV, sobre todo en los numerales 43 y siguientes una preocupación muy grande por la madurez humana de los sacerdotes, madurez que juega un papel importante en su espiritualidad y concretamente en su castidad.

“Por tanto, no sólo por una justa y necesaria maduración y realización de sí mismo, sino también en vista de su ministerio, los presbíteros deben cultivar una serie de cualidades humanas necesarias para la formación de personalidades equilibradas, sólidas y libres, capaces de llevar el peso de las responsabilidades pastorales” PDV.43.

Al final va a pedir sobre todo la madurez afectiva, la educación de la sexualidad y la formación para la libertad y la conciencia moral (PDV. 43 y 44)

En el campo de la formación humana, que es una de las dimensiones de la formación tanto inicial como permanente, habrá que insistir en acompañar procesos de formación que lleven a asumir la propia historia y a sanarla, en orden a que los presbíteros se vuelvan capaces de vivir    como cristianos en un mundo plural, pero con equilibrio, fortaleza, serenidad, libertad, es decir, para que lleguen a ser cada vez más,  maduros ante la realidad, sin dejar de estar abiertos al misterio, y sean capaces de pasar “del misterio al ministerio” y viceversa.

 

El sacerdote debe plasmar su personalidad humana de manera que viva de puente y no de obstáculo a los demás en su encuentro con Jesucristo; ello hará que su ministerio sea cada vez más creíble y aceptable (PDV.43)

 

  1. 5.     SOMOS HIJOS DE UNA NUEVA CULTURA

 

Nosotros somos hijos de una nueva cultura (Ver Uriarte Juan María “Ser presbíteros en el seno de nuestra cultura”), con muchas manifestaciones de dicha cultura. Una de ellas es: “Una cultura que promueve la liberación sexual”. Hoy hay explosión social y erotismo ambiental. ¿Qué pasará entonces con la vida celibataria y con la castidad   consagrada en éste contexto?

 

Es verdad que muchos presbíteros viven su celibato con generosidad. Pero para otros es solamente un intento y un logro aceptable. Hay otros que llevan una doble vida. Lo cierto del caso es que la castidad es imposible hoy, sin una verdadera pasión por el ministerio y sin una adhesión vital por Jesucristo (Mi libro, pág. 15).

 

Cuando hablo en dicho libro (Puente y no obstáculo) de la realidad sacerdotal de Colombia, al referirme a la castidad del clero (pág. 27 y 28) digo lo siguiente: “Muchos guardan su castidad con elegancia y profesionalismo. Para muchos el celibato sigue siendo una carga pesada, que no siempre coincide con la castidad consagrada. Hay entre nosotros muchas vidas paralelas y muchos duplicados” (Y continúa en la página 28).